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Salud femenina es sinónimo de bienestar

Es cíclica y cambiante en cada etapa de la mujer


Para hablar de salud femenina, en primer lugar debemos disipar el mal entendimiento del término salud. Pues popularmente la entendemos como la ausencia de síntomas o patologías; aunque también es un concepto muy asociado a la ausencia del dolor, especialmente la ausencia del dolor físico. Por eso, cuando no hay síntomas físicos, escuchamos con frecuencia: "me siento saludable" u otra variante , "excluyendo todos los síntomas de mi patología, estoy saludable"; frases incoherentes cuando hablamos de bienestar en el sentido más amplio.

Sucede algo similar cuando hablamos de salud femenina, el término, la expresión está asociada a patologías del sistema reproductor de la mujer; dificilmente nos abrimos a entender este concepto con mayor amplitud. Incluso cuando se enfoca desde un abordaje integral u holísitico, seguimos pensando en la salud femenina, solamente pasa por tratar "algo" que se manifiesta en el cuerpo provocando dolor, malestar, miedo, sufrimiento, ese "algo" tiene incluido un apellido llamado "patología".

Acabamos enfocando la salud femenina desde el síntoma y no desde la esencia.

Entenderla desde la esencia es comprender que hablamos de bienestar de la mujer al completo. El bienestar no se basa únicamente en el cuidado físico del cuerpo de la mujer o en su tratamiento. El bienestar y la salud femenina, son conceptos entrelazados, por eso no hablamos de algo aislado, sino de la mujer como un todo, interactuando todos los factores: cuerpo, mente y emociones. Cada uno de ellos se desdobla en diversas áreas, pero además, todos estos factores están conectados e integrados. Es imposible hablar con propiedad de salud, bienestar y equilibrio si no atendemos todos los factores al unísino. Por eso cuidar de tu salud femenina también incluye entender, atender y cuidar tus necesidades en todos los ámbitos, porque ella es multifactorial; este es el motivo por el cual hablo de emociones, hormonas, salud uterina, creencias, hábitos etc., Todo está conectado, aunque de todos los factores hay uno que hace de puente de comunicación, entrelaza, desencadena e influye en todos los demás y la cascada de reacciones: las emociones.

Por eso cuidarnos emocionalmente es clave en la salud de la mujer, porque con ello creamos las base de ese bienestar tan ansiado del cual hablamos.

Otro detalle que desconocemos es que estas bases cambian en cada ciclo de la mujer. Somos cíclicas. Aunque esto parezca obvio, lo cierto es que no lo es, porque asociamos la ciclicidad unicamente al ciclo menstrual. Por supuesto que también somos cíclicas por causa de nuestro ciclo y aprovecho para resaltar que en cada fase de este, tenemos necesidades diferentes (nutricionales, fisiológicas, emocionales y energéticas). Esta parte de nuestra ciclicidad también es casi siempre ignorada por nosotras. Independientemente del ciclo menstrual nuestras necesidades, las de todas las mujeres, cambian en cada etapa de la vida, desde la niñez a la menopausia, todo cambia: el comportamiento de las hormonas, las necesidades nutricionales, madurez emocional, la forma de relacionarnos, etc. Ninguno de estos factores es lineal a pesar de habernos habituado a actuar de esta forma cuando se trata de nuestro cuidado, mejor dicho, a ignorar nuestro cuidado, obviando o pasando por alto las necesidades. Es importante recalcar que todos esos aspectos son cíclicos, cambian. En nuestro cuerpo nada es permanente; lo tratamos como si lo fuese, no nos escuchamos, por eso nos cuesta tanto cuidarnos, entender que el cuerpo de la mujer tienen la capacidad de reinventarse, pero para ello tenemos que aprender sobre él, sus necesidades y las necesidades del universo multifactorial que lo conforma.








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