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Re-aprender como camino para recuperar lo perdido



Una de las mayores condicionantes con las que convivimos, es la creencia de que el aprendizaje es algo que solo necesitamos en las primeras etapas de vida, especialmente asociado a la escolarización, confundimos el aprendizaje académico con el aprendizaje personal, ese que necesitamos en cada ciclo de vida como mujeres, porque vivir, crecer, sanar, ser...; no es y nunca ha sido lineal.

Vivir ancladas a esta creencia que tenemos tan presente y arraigada hace que estemos limitadas sin ser conscientes de ello; porque hemos ido perdiendo aprendizajes personales y ancestrales que pasaban de generación en generación, creando lazos atemporales entre mujeres de generaciones diferentes que compartían y se nutrían entre ellas; bisabuelas, abuelas, madres, hijas, nietas, etc., perdimos el conocimiento ancestral que las contectaba entre ellas y a la naturaleza, mantenían vivas las raíces.

Ellas entendían los ciclos de vida de la mujer, al igual que los ciclos de la tierra, conocían sus ritmos; conocían y reconocían las plantas medicinales y cada una de las aplicaciones.

Dedicaban tiempo a aprender sobre ellas, lo que las rodeaba, respetándolo y conociéndolo. Vivían de una forma más armónica, natural y respetuosa con ellas mismas; el aprendizaje era una constante en su vida, por eso sabían cuidarse.

Esos aprendizajes que hemos ido perdiendo, entre otras cosas porque creímos que lo moderno es mejor y sustituye lo tradicional, eso nos ha llevado a no darle valor a esa cultura y tradiciones heredadas que nos conectaban a las raíces, creyendo que es algo anticuado y asociado a la falta de recursos (aunque es todo lo contrario).

Pero, por qué continuamos en esta dinámica?
Perdiendo y desvalorizando todo ese conocimiento ancestral tan importante para nosotras.

Perdimos a nivel individual, pero también a nivel social, por ello, como sociedad caminamos sin rumbo, sin saber hacia donde vamos. Esto, junto con las propias creencias sociales y la comodidad, nos lleva a continuar en esa inercia, siguiendo unas pautas sociales (nos hagan o no sentido) que nos aleja de ser nosotras mismas. Como consecuencia también buscamos que otros (terceras personas) se responsabilicen por nuestra salud, por las decisiones que debemos tomar, lo que es bueno o malo, por nuestro autocuidado y también por ese aprendizaje personal que ha quedado relegado a un segundo plano o en muchos casos a uno inexistente.

Necesitamos resignificar todo este contexto que rodea este aprendizaje, para que con ello también podamos dar un nuevo significado a las emociones, el cuidado natural, el cuerpo femenino, la salud y el propio bienestar; dejando atrás ese empecinamiento en aprender solamente sobre cosas externas, pues con ello nos hemos olvidado de aprender sobre el tema más importante, ese que nos acompañará toda la vida: tú misma.

Por eso es tan importante re-aprender cuando hablamos de la mujer, el cuidado y sanar, porque todo ello nos ha llevado a desconectarnos de nosotras, de quiénes somos en realidad, lo que necesitamos o sentimos; lo que nos hacer ser únicas y diferentes.

Re-aprender y recuperar todo lo que perdimos o no aprendimos, es esencial para conocernos, cuidarnos, volver a nuestras raíces y sanar.



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