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Resignifica el egoísmo,

recupera las riendas de tu vida.


Casi siempre vivimos en la inercia de “hacer” sencillamente porque otros lo hacen, sin cuestionarnos si para nosotros tiene sentido; así que en base a ello gestamos un estilo de vida que sea similar al de las personas que nos rodean, porque con nuestra forma de vivir, o mejor dicho de pasar por la vida, buscamos encajar sin hacer ruido, sin destacar. Pertenecer se convierte en un propósito presente en el estilo de vida que mantenemos, sin ser conscientes que cuando actuamos desde ese punto, nos perdemos.

¿Por qué digo que nos perdemos?

Ese estilo de vida que tanto nos esforzamos en forjar, ha dejado de ser “nuestro” porque no lo hemos creado de acuerdo con lo que eres, tus características, lo que sientes, lo que necesitas individualmente para sentirte en paz contigo y con la vida, para gozar de un bienestar creado a tu medida. Lo hemos creado siguiendo las creencias de la multitud, esa necesidad de encajar y también en base al miedo de sentirnos diferentes. Nos perdemos. Creamos este modo de vida y nuestra propia vida anulando los matices que nos conforman.

Sin darnos cuenta, vivimos el día a día atados en una contradicción interna, bailando con la dualidad entre la necesidad de mostrar las diferencias que te componen y el silencio que surge cuando intentas adaptarte a lo que no eres y a un modo de vivir que nada tiene que ver contigo. En medio de esta lucha interna que proyectamos en la vida aparece la falta de entendimiento y cuestionamiento; los porqués sin respuesta brillan por su presencia, surgiendo las incomodidades ante las etiquetas y juicios sociales, especialmente cuando en esa crítica aparece la famosa frase: “eres egoísta”; ese es el momento en el cual esa balanza de la dualidad se inclina hacia lo que otros no entienden, rompiendo con ese círculo vicioso de crítica. Así que cuando alguien se comporta de un modo que no alcanzamos a comprender, donde parece priorizarse, le colgamos esta etiqueta con una única intención: que esta persona se sienta incómoda, juzgada y rechazada; así automáticamente los miedos adquiridos a lo largo de su vida lo encadenarán nuevamente a ese punto muerto donde se encontraba. Hemos interiorizado que el calificativo de egoísta es algo negativo, lo asociamos a una “mala persona”, “sin escrúpulos”, “mezquina” pero en realidad el egoísmo no es bueno ni malo; es una energía que contiene información; como toda información contiene matices.

Analizate por unos instantes: ¿Para quién haces lo que haces en tu vida?, ¿por quién lo haces?

Si eres honesto contigo, si analizas esa motivación oculta que reprimes; lo haces por ti, para cubrir carencias o necesidades, sentirte mejor, combatir la soledad, crecer, etc; las motivaciones ocultas son tantas como personas y formas de vivir existen en el mundo… Entonces desde este punto de conciencia, ¿eres una persona egoísta?

¡Para nada! Pero aquí vienen los matices: distorsionamos y confundimos conceptos que no son iguales, que nos llevan a puntos diferentes, por eso colocamos una connotación tan negativa y repleta de prejuicios sobre todo lo que se parezca al egoísmo aunque no lo sea.

Aquello que tu llamas egoísmo, yo lo llamo egocentrismo, esa persona que vive desde el extremo desequilibrio emocional, sin importar por encima de quién pase para lograr sus objetivos, sin tener conciencia de la repercusión de sus actitudes, monopolizando su entorno e incluso su forma de ver la vida, personas que imponen su cruel estilo de vida sobre los demás, para ser los protagonistas, para lograr atención, pero también viviendo en su propia esclavitud emocional, anclándose al sufrimiento. Esto es el reflejo de una persona que vive desde el desequilibrio y desequilibra su estilo de vida, que poco tiene de saludable.

En cambio el mal entendimiento sobre el egoísmo nos lleva a calificar como egoísta a una persona que se prioriza, que atiende sus necesidades, ocupando su lugar en la vida, como si ello fuese negativo (aunque en el fondo, como acabas de comprobar todos lo hacemos).

Priorizarse no es algo negativo, todo lo contrario, es el primer paso para sanar, porque priorizarse nos permite mirar hacia dentro, para conocernos, para solucionar viejas heridas, conflictos emocionales, creencias impuestas, patrones de conducta aprendidos; priorizarse nos permite “mirarnos” en el más amplio sentido de la palabra, para llegar a ese anhelado autoconocimiento y a su vez para encontrar y reconectar con ese bienestar perdido por la inercia en la que hemos vivido. Priorizarse, dedicarnos tiempo cada día para cuidarnos, escucharnos y nutrirnos es esencial en el cuidado emocional, ya que nos permite equilibrar las emociones con las que creamos nuestro estilo de vida en equilibrio y sanar las heridas que nos hacen vivir una vida que no es la nuestra.

Resignificar el egoísmo es imprescindible para romper las barreras que nos impiden vivir de forma consciente, crear los pilares de nuestro amor propio, fortalecer la autoconfianza, sanar nuestras heridas y vivir un estilo de vida en el que exista espacio para nosotros, uno libre de creencias y tabúes. Resignificar el egoísmo te permite recuperar las riendas de tu vida, creando un estilo de vida más consciente.



Artículo escrito para la Revista progredir, (Junio 2023 - Revista nº137)

(Traducción)

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